
CIUDAD DE MÉXICO — Alguien con un disfraz de Charlie Brown saluda frenéticamente. Una persona vestida de mono finge tomar fotos con una cámara de peluche. Un hombre mayor que acaba de recibir su segunda inyección de la vacuna de Pfizer toma un micrófono y comienza a cantar muy fuerte.
“Tengo 78 años, pero todos me dicen que parezco de 75 y medio”, decía el hombre alegremente, una apreciación proyectada en su aparente fuerza pulmonar, mientras entonaba con pasión una canción ranchera.
En un intento por mejorar el servicio al cliente, los centros de vacunación de la capital de México ofrecen ahora, además de los pinchazos, una serie de opciones de entretenimiento como bailes, yoga, actuaciones de ópera en directo y la posibilidad de ver a grandes luchadores de lucha libre con el torso desnudo haciendo el limbo.
virus en América Latina y los esfuerzos tropezados de vacunación en muchos de sus países. Las preocupaciones se han agravado recientemente por la rápida propagación de una variante del virus descubierta por primera vez en Brasil.
el tercer mayor número de muertes por coronavirus en todo el mundo, donde el gobierno se resiste a imponer confinamientos estrictos, por temor a los daños a la economía, y que no ha realizado pruebas generalizadas, argumentando que es un desperdicio de dinero.
Muchos creen que la única salida a esta pesadilla es la vacunación masiva, pero la campaña avanza lentamente. Sin embargo, desde mediados de abril el ritmo se ha acelerado a nivel nacional —y después de algunos desórdenes al principio— la capital del país ha mejorado la eficiencia de sus procesos de vacunación.
“Nos dimos cuenta rápidamente que no, que con la estrategia habíamos pensado no íbamos a poder atender a los adultos mayores con el nivel de calidad y servicio que ellos merecían”, dijo Eduardo Clark, quien ayuda a coordinar el programa de vacunación de la ciudad.